La ciberseguridad es uno de esos temas que todos sabemos que debemos cuidar, pero que seguimos dejando para “luego”. Actualizar contraseñas, revisar permisos, comprobar enlaces… Son tareas sencillas, sí, pero que muchas veces se pasan por alto. Y ahí está precisamente la raíz del problema: en ciberseguridad, el factor humano sigue siendo el eslabón más débil.
No se trata de culpar a nadie, sino de asumir una realidad evidente. El fallo humano es, hoy por hoy, el origen más habitual de los incidentes digitales.
En los últimos años, el aumento del teletrabajo, las prisas y el uso cotidiano de dispositivos conectados han hecho que esta vulnerabilidad sea aún mayor. Y si lo pensamos un segundo, tiene sentido: un clic impulsivo o una contraseña débil pueden abrir la puerta a problemas que cuestan tiempo, dinero y reputación.
Antes de avanzar, merece la pena presentar una herramienta que está ayudando a reducir esa exposición en el día a día de cualquier usuario: Qondar, la solución de cibervigilancia de Enthec orientada a individuos. Qondar funciona como una pieza destacada dentro de la Gestión Continua de la Exposición a Amenazas, avisando a tiempo de fugas de información, filtraciones de contraseñas o riesgos que afectan directamente a la vida digital de cualquier persona.
Comprender la relación entre ciberseguridad y factor humano
La expresión “ciberseguridad y factor humano” engloba una idea muy simple: la seguridad digital no depende solo de sistemas, firewalls o inteligencia artificial, sino también de cómo usamos la tecnología. Las empresas pueden invertir en herramientas avanzadas, pero de poco sirve si un empleado cae en un correo de phishing o comparte información sensible sin querer.
¿Por qué seguimos fallando en lo mismo?
Hay varios motivos que explican este fenómeno:
- Sobrecarga informativa. Vivimos rodeados de notificaciones y tareas simultáneas. En ese ritmo, revisar dos veces un correo sospechoso no siempre es la prioridad.
- Exceso de confianza. Tanto en el entorno laboral como en el personal, solemos pensar que “a nosotros no nos va a pasar”. Pero nadie está fuera de la diana: ni particulares ni empresas.
- Falta de formación continua. Muchos ataques evolucionan tan rápido que lo que sabíamos hace un año ya no es suficiente. Y aquí es donde el concepto CTEM cobra sentido.

La importancia de la Gestión Continua de la Exposición a Amenazas (CTEM)
La ciberseguridad ya no puede entenderse como un proyecto puntual. No basta con auditar una vez y dar por hecho que todo está bajo control. Las amenazas cambian. Los datos se mueven. Y los atacantes afinan sus técnicas.
La Gestión Continua de la Exposición a Amenazas (CTEM) busca precisamente esto: vigilar de forma permanente qué puntos vulnerables tenemos y qué riesgos están activos en cada momento. No se trata solo de reaccionar, sino de detectar antes de que el daño ocurra.
¿Qué aporta el CTEM en el ámbito del factor humano?
- Visibilidad constante: permite ver si han aparecido credenciales filtradas, brechas o señales de riesgo asociadas a errores comunes.
- Priorización realista: ayuda a determinar qué vulnerabilidades requieren atención inmediata y cuáles no.
- Prevención basada en datos: cuanto antes se identifique un problema, más fácil es corregirlo.
Aquí es donde soluciones como Kartos (para empresas) y Qondar (para individuos) desempeñan un papel especialmente útil. Ambas permiten aplicar este enfoque de exposición continua sin necesidad de procesos complejos ni equipos especializados.
Errores humanos más frecuentes en ciberseguridad
A continuación se recogen algunos de los fallos más habituales, tanto en el ámbito empresarial como en el personal. Todos ellos se relacionan directamente con la ciberseguridad y el factor humano, y muchos podrían evitarse con una mínima vigilancia o formación.
1. Reutilizar contraseñas
Un clásico. Según un estudio de NordPass, la mayoría de usuarios sigue reutilizando la misma contraseña en más de 10 servicios distintos. Si una de esas plataformas sufre una filtración, todas quedan expuestas.
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2. Caer en correos o mensajes fraudulentos
El phishing es cada vez más sofisticado. Muchos ataques imitan a la perfección a empresas conocidas, bancos o incluso compañeros de trabajo. Un clic inocente puede comprometer el dispositivo entero.
3. Subestimar la información “inofensiva”
A veces compartimos datos aparentemente irrelevantes: una foto con ubicación, un correo personal en una web sin HTTPS, una respuesta automática en vacaciones… Todo eso puede resultar útil para un atacante.
4. Confiar en redes wifi abiertas
Tomar un café mientras trabajamos es tentador, pero conectarse a una red abierta puede permitir que terceros intercepten información sensible.
5. No vigilar las filtraciones de datos personales
Muchos usuarios no saben si sus credenciales han sido expuestas en foros, bases de datos filtradas o la dark web. Esa falta de control alimenta riesgos que se acumulan sin que nos demos cuenta.
Cómo reducir la vulnerabilidad humana: hábitos y herramientas
La buena noticia es que mejorar la ciberseguridad y el factor humano no exige ser ingeniero ni dedicar horas cada semana. A menudo basta con adoptar medidas sencillas.
Higiene digital básica
- Usar contraseñas únicas y robustas.
- Activar la verificación en dos pasos.
- Desconfiar de enlaces o archivos no solicitados.
- Revisar los permisos de las aplicaciones.
- Mantener sistemas actualizados.
Formación continua en empresas
No se trata solo de dar una charla anual. Las organizaciones que reducen incidentes suelen implementar formaciones breves, dinámicas y frecuentes. Incluso pequeños recordatorios tienen un efecto real.
Cibervigilancia para individuos
Aquí entra de lleno Qondar, pensado para que cualquier persona pueda:
- Saber si sus contraseñas han sido filtradas.
- Detectar suplantación de identidad digital.
- Vigilar menciones o datos en espacios de riesgo.
- Recibir avisos claros y accionables.
Es una manera sencilla de integrar la mentalidad CTEM en la rutina diaria sin esfuerzo, lo que ayuda a que el factor humano deje de ser un problema permanente.
La tecnología ayuda, pero la responsabilidad es compartida
Aunque herramientas como Kartos o Qondar facilitan la gestión de riesgos, la ciberseguridad sigue siendo una responsabilidad compartida. La suma del comportamiento humano y la vigilancia tecnológica es lo que realmente construye un entorno seguro.
La clave está en crear una cultura en la que preguntar, revisar y desconfiar sean acciones normales, no excepciones. Donde entender que un error no es un fallo personal, sino un recordatorio de que todos estamos expuestos.
La relación entre ciberseguridad y factor humano es innegable. Mientras existan distracciones, exceso de confianza y falta de hábitos digitales saludables, seguirán apareciendo incidentes que podrían haberse evitado. Por eso es tan importante integrar la vigilancia continua, tanto a nivel empresarial como individual.
Si quieres mejorar tu protección personal o la de tu entorno cercano, Qondar es una opción accesible y eficaz que permite saber qué está pasando con tus datos en tiempo real. Descubre nuestra herramienta y empieza hoy a controlar tu exposición digital. Una ciberseguridad más consciente está a un solo paso.

